Tengo mi barquita preparada en la orilla del río, el que lleva al mar.
La he construido con mis manos, temblorosas y firmes, impacientes y cuidadosas. Ya la he creado. Sí, lo tengo todo. Creo que sí. He cogido una mochila y la he llenado de esperanza, junto a un puñado de fe y todas mis ilusiones. Las que tenía guardadas de hace mucho tiempo atrás. Son tantas… He puesto mucha dosis de amor, en absolutamente todas sus formas. Las voy a necesitar. A cada instante. También he cogido la llave de mi baúl, el que dejo atrás. Donde he puesto el miedo y todas sus apariencias, bien guardados. Para que no puedan salir jamás. Ya no los necesito en este viaje, ni en los que vendrán.
Mañana, con los primeros rayos de alba, cogeré mi mochila, la cargaré encima, y pondré rumbo al horizonte. Y bien adentrada al mar, tiraré la llave. Para que se hunda en la penumbra. Y esté escondida como un tesoro, el que me hizo crecer, pero que no voy a necesitar más. Ya no tiene valor. Ya no. Solo en el olvido.
¿Quieres venir? Hay sitio para dos. Bueno, la verdad, es que hay lugar para los que quieran. Mi barquita no se hunde jamás, si traes tu mochila invisible, como la mía. No importa cuántos seamos, siempre flotará. La construí con magia. La de verdad.
Tengo mi barquita preparada en la orilla del río, el que lleva al mar.
Bárbara Sarriera