Antes, solía andar la mayoría del tiempo con los pies escondidos y prisioneros en sus zapatos, bajo esa oscura sensación de que no sabía por dónde pisaba. Se sentía incomoda, no poder reconocer el camino por donde andaba le hacía sentir insegura. Se imaginaba que era ciega, una caminante ciega. Si fuera ciega, ¿cómo iba a reconocer por dónde andaba? La suela de goma o caucho de la que estaban formados esos aparatosos accesorios, ¿cómo dejarían que ella reconociese el suelo que pisaba?
A Mariela le gustaba andar mucho. Pensaba que si andaba, el tiempo se detendría y estaría a su favor, como si estuviera siempre despierta. Atenta. Como si ella corriese más que él y así este tardase más en alcanzarla. Totalmente activa.
Un día Mariela decidió andar por la vida con sus pies descalzos. Así que decidida, se fue a la playa, una mañana de primavera muy calurosa. “El tiempo transcurre”, se decía, “debo de ver el horizonte.” Al llegar a la playa, casi desierta, solamente había algún que otro transeúnte con algún perro al que pasear como excusa a su soledad o a la marea de pensamientos que lo inundaba, además de un lector absorto en la imaginación del autor que había plasmado su historia en el libro que tenía en sus manos.
Mariela, pues, antes de pisar la arena decidió sacarse los zapatos, una especie de manoletinas verdes con suela de esparto.
No podía creerlo. Con zapatos en mano y corazón alborotado por la sensación que estaba a punto de llenarla puso un pie en la arena. Seguidamente el otro. El tiempo se paró en el reloj de Mariela. Sentir esa arena en la piel de las plantas de sus pies le producía cosquillas en el alma. “Voy a caminar”, se dijo. “Voy a caminar de verdad”. Y caminó. Sus huellas dibujaban un camino ondeado. Firme. Y libre.
Por primera vez el tiempo se detuvo para estar a su lado. El tiempo no corría más que ella ni ella quería avanzarse a él. Ahora andaban de la mano. Los dos, juntos. Entre la eternidad.
Bàrbara Sarriera
Que hermoso!!! y que hermosa esa sensación que percibimos cuando nada media entre nosotros y la tierra. Es totalmente cierto eso de que dejas de perseguir o ir detrás del tiempo, porque estás en el ahora y en ese instante no hay más que presente..
Preciosa entrada. Un abrazo 🙂
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Inés, gracias… Sí, en ese instante no hay más que presente, aunque a veces nos olvidemos. Y que hayan muchos instantes más, que el tiempo esté a nuestro lado y que aprendamos a valorarlo y a amarlo como a nosotros mismos y a los demás… 🙂
Un abrazo muy cálido (siento que te lo doy de verdad) 🙂
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Ojalá aprendamos a ser conscientes de todos y cada uno de esos maravillosos instantes. Un abrazo auténtico como siento el que recibo 🙂
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Muchas veces, son las cosas tan insignificantes, como quitarse los zapatos y caminar en la arena, o respirar fuerte al descubrir un bosque, sentir el agua pasando por nuestra piel… que valen más que cualquiér otra cosa. Son momentos únicos, momentos que son nuestros, solamente nuestros… y exactamente estos momentos, hay que apreciarlas, en un mundo sin aprecio alguno…
Me encantó leerte de nuevo y me enamoré de tus palabras…
Un beso enorme,
Mario
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Mario, gracias…sí tienes toda a razón… a veces nos encontramos luchando para no perdernos (¡o al menos en mi caso!), pero sentir esa paz de vivir conectado con el ahora y sus sentidos…no tiene precio.
Un besote 🙂
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Encantada de conocer a Mariela y sus “cosquillitas en el alma”. Precioso relato Bàrbara! y precioso mensaje… Besos
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Gracias Marta 🙂 es bueno conocer a gente como Mariela, a veces puede ayudar, quien sabe… al menos se intenta 🙂
Un besote
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Mariela tiene que ser la mujer más feliz del mundo. Me voy con ella! Amo caminar descalza! Precioso relato, Bàrbara! Se siente muy dulce y con mucho amor. Aysss…qué bonito! Un abrazo enorme, que te cuiden durante todo tu sueño.
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Silvia, qué bonita… 🙂 ¿Vamos? ¡Me apunto también! sí…qué sensación la de desnudar tus pies y sentir el suelo, arena o hierba húmeda… a ver si los sueños nos llevan a alguna playa tranquila o bosque y a caminar con los pies descalzos…! 🙂
Un besito y dulce descanso
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🙂 🙂 🙂
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Hermoso.
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Juan Pablo 🙂 gracias…
Un abrazote
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Me encanta la sensación de “cosquillas en el alma” !! Un relato precioso, muchas gracias! Abrazos fuertes bonita! 🙂
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Laura 🙂 a mi también me gustan las cosquillas en el alma 🙂 gracias a ti por pasarte (se echan de menos tus posts) 😉
¡Un abrazo!
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Gracias bonita, llevo unos días casi sin tiempo.. Pero no lo dejo!
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Y yo pensando que lo mejor era andar, de cualquier manera, pero comprendes que no, que lo mejor es andar como cuentas tú: llen@ de libertad 🙂
Feliz semana bella!
Hope
http://www.infinity-hope.com
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¡Hola Hope! 🙂 bueno…eso se intenta y ¡se intentará siempre!
Un abrazo y feliz semana para ti también, linda 🙂
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Desde muy peque mi hija iba descalza casi siempre, y al principio nos resulto un poco atipico, hasta que vimos que era su forma de acariciar LA TIERRA.
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¡Y me alegro muchísimo por ello!…. 🙂 que no pare jamás… libertad.
Un abrazo
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Desde bellaespíritu.com he nominado tu blog a una distinción: http://bellaespiritu.com/2015/03/04/sacco-y-vanzetti-de-blogs-y-premios-xx-el-cumpleanos-de-adri/
Un saludo cariñoso para ti desde Argentina.
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¡Guapa! 🙂 ¡Qué alegría, de verdad! Recibo tu saludo y te envío uno de vuelta, energético y muy cariñoso…
Ahora me paso por tu post 🙂
¡Abrazote!
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¡Felicidades! Tu blog me encanta y te he premiado con el Black Wolf Blogger Award: http://wp.me/p1u9A3-kU
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Ohhh, ¡muchas gracias Xavier! ¡De corazón! 🙂 Me paso por tu post.
¡Un abrazote!
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