—Mamá, ¿por qué siempre me haces comer rápido? “Manuela, Manuela, apúrate, que vamos a llegar tarde”, me dices —Manuela estaba sentada en la silla, enfrente del tazón de cereales con leche que le acababa de preparar su madre. Era más grande el tazón que había en la mesa que su cabecita llena de tirabuzones rubios.
—Manuela, hija, es que eres tan lenta… siempre llegamos tarde a los sitios porque comes despacio, te detienes por todo. Todo te distrae… Vamos, apúrate… —Sandra llegaba tarde a la oficina, como de costumbre. Pensaba que eran las distracciones de su hija que le hacía llegar tarde a todas partes. Y eso que todavía tenía que dejar a Manuela en la puerta del colegio.
—Mamá, ya voy. Pero es que si como rápido me voy a atragantar, me pondré roja y morada de dolor de no poder respirar y los ojos se me saldrán de la cara… Así, ¡pum! —Manuela puso los ojos enormes como platos y de repente dejó caer la cabeza llena de tirabuzones largos encima de la mesa. Era particularmente graciosa. Su expresividad era mayor que su conciencia. O eso creían todos.
—Manuela… ̶ susurró su madre intentando disimular todo el estrés y nerviosismo que llevaba acumulado, mientras metía con las manos temblorosas su portátil en la bolsa.
—Sí, mamá, ya lo sé, me tengo que apurar. Pero quizás eres tú la que tendría que comer más despacio, y quizás entenderás porqué como así —dijo metiéndose en la boca esa cucharada sopera llena de cereales con leche. Lo hizo muy despacito, como si el tiempo se hubiera ralentizado.
—¿Cómo así, comer despacio? ̶ Sandra se empezaba a impacientar. Se sentó en la mesa de la cocina, al lado de su hija y se dispuso a ponerse los zapatos mientras intentaba que comiera ese desayuno de una vez por todas.
—Sí. Además si como rápido, no podré saber cómo es el sabor de tu pastel de zanahoria, y de tu pollo con patatas, y de tus espaguetis a la carbonara… uhm… ¡riquísimos! —los ojos de Manuela se volvieron a agrandar como los de un búho mientras se pasaba la lengua por su boquita sonriente.
—Ah, o sea, ¿qué te gustan? Yo pensé que como comías lenta no te gustaban para nada —Susana se detuvo en seco y se quedó mirando a esa niña con una mezcla de asombro, alegría y tranquilidad. Cocinar no era lo que más le gustaba a esa mujer. Prefería darle esa responsabilidad a su marido, él siempre cocinó mejor. Últimamente apenas disfrutaba con nada y pensaba que todo le salía del revés.
—Pues sí me gustan mamá. Si comes despacio quizás te darás cuenta de lo ricos que están. Y quizás también te des cuenta de que estoy comiendo y de que me distraigo porque pienso en las mariposas. Hay muchas en nuestro jardín. Son tan bonitas…Y mira esos tulipanes, mamá —señaló con su dedito índice y una sonrisa en los ojos, los preciosos tulipanes del jardín que se veían a través de la ventana—, me dijo la abuelita que ellos necesitan tiempo para crecer, que si ellos respiraran tan deprisa como me haces comer tú, seguramente no tendrían ese color, ni esas hojas… y que las mariposas no volarían a su alrededor… Y quizás si comieras más lenta, también te darías cuenta de que papá cada noche cuando cenamos, te mira, con ojos de amor, porqué también le gustan tus espaguetis y tus pasteles y todo lo que nos preparas. Pero creo que a ti no.
Bàrbara Sarriera
Qué lindo cuento Bàrbara!!!! lo bueno se hace esperar… lo leí despacio para saborear lo rico que estaba… Beso fuerteeee
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Oi Marta, tienes un corazón enorme y así lo sentí y lo siento… 🙂 gracias por tus palabras y por estar aquí 🙂 un abrazo bien fuerte ❤
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Una historia preciosa y con mucho sentimiento. Yo soy de las personas que comen despacio y observan todo a su alrededor intentando saborear los regalos de la vida. Me encanto, escribes tan bonito 🙂
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Gracias… 🙂 ¡qué bueno saber que el alma de la niñita que escribí, existe…! 😉 un abrazo bien grande, preciosa ❤
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Que hermoso relato, Bàrbara! muchas personas que conozco tendrían que leerlo para entender mejor sobre de qué va la vida 🙂
Un beso!
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🙂 Neri, muchas gracias… creo que deberíamos sentirlo todos más a menudo, quizás así pueda haber una existencia mejor en cada uno de nosotros 🙂
Un beso enorme de vuelta!
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Dulce, y muy bien expresado la inocencia de la pequeña… sonríes sin darte cuenta a cada párrafo … saludos
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Kike, muchas gracias por tus palabras, llegan… 🙂
Un abrazo bien cálido
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Escribes tan bonito Bárbara, a mí me enamoras con tus relatos. Cuándo me dispuse a leerlo sabía que me iba a encantar. Tienes una manera natural de contar historias con mensajes tan bonitos y reales. ¡Auténticas parábolas!. Miles de besos para ti y como siempre un placer haberme tropezado contigo!!
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Eila, preciosa… Gracias por estar aquí y por tus mensajes tan bonitos, directos y siento que muy sinceros. Me hace feliz que sientas mis palabras, me llena de alegría saber que hay gente especial que está al otro lado y… escribes muy bello y profundo. Así que, el placer es mio por encontrarte… creo que compartir sentimientos a través de palabras es hermoso. Un abrazo muy grandote y mil besos! 🙂
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Cuanto mas lo leo mas me enamora. Expresas tanto amor y dulcura que es un auténtico HONOR poder leerte.
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Qué bonita eres… mil y mil gracias por tus palabras, recibirlas en ésta mañana me ha hecho muy feliz 🙂 es bueno saber que todos podemos conectar a través de pequeñas historias, palabras escritas… y el honor es mío porque estés aquí, por tu calor y por leerte, que tienes una imaginación enorme y tus relatos enganchan muchísimo! (me dejastes la última vez con ganas de leer más y más, escribes muy bien) 🙂
¡Un abrazote grande!
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Hola Barbara, me encanto tu escrito! Esta niña si que sabe! Comer despacio no solo es bueno para la salud. Los mayores queremos ir más deprisa que el mismo tiempo. Besos
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Carmen… 🙂 así es… creo necesario tomar algún tiempo para ser, nos irá bien a todos…
Gracias por tus palabras se aprecian mucho, y mil besos fuertes!
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Que bueno,me emocionó realmente,me quedo con la moraleja
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🙂 muchas gracias por pasarte y sentir mis palabras…
Un abrazo
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Precioso…! Barbara una gran lección con moraleja como decía mi abuelo, de lo que nos perdemos en la vida por no saborearla!, Un Besazo preciosa!
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Núria! Gràcies, gràcies, gràcies… un petó gegantíssim preciosa 🙂 ❤
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